miércoles, 20 de julio de 2011

El radar sexual



Yo creo que todos tenemos un radar sexual. No siempre está afinado y no siempre acierta. A veces, ni siquiera está conectado. Pero está ahí, captando las ondas y las vibraciones. Reconociendo a los iguales y reconociendo también a los que no lo son. Aburrido como una ostra o con todas las alarmas en marcha. Olfateando como un animal. No es el tipo de radar que sirve para ligar, es un radar que recibe las ondas sexuales ajenas, incluso las de las personas que no te interesan. Esas ondas tienen que ver con ser sexy, no con ser guapo. Conozco a tíos muy guapos con encefalogramas sexuales planos. Y también a tíos muy listos. Yo, personalmente, prefiero rodearme de gente que tenga algún efecto sobre mi radar, suelen ser más emocionantes. También tengo un radar para la ropa, muy efectivo y veloz, sobre todo durante las rebajas. Bueno, las fotos de hoy son de Steve McQueen y Faye Dunaway, dos expertos en enloquecer radares.
Feliz miércoles, queridos.

3 comentarios:

  1. (¡rayos!), confieso que la primera vez que me cambié el sexo, tenía mucho que ver con las señales de humo que no identificaba. Pensaba que seguramente empezaría a distinguirlas. Pues no. Si soy sexy lo seré muy a mi pesar, porque no me entero. Lo más probable es que no, es que no deba ni escribir de ello.
    Pero una deuda es una deuda, y el jueves el mejor día para pagarla ya que se han ido todos a la ópera y a las carreras de caballos.
    un abrazO

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  2. Anarkasis:
    ¡Ser sexy a tu pesar es la única manera de serlo! La gente que lo intenta ser a conciencia es patética.
    Un beso.

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  3. ¡Ah los radares! Útiles, siempre que uno sepa interpretar las señales ajenas y ser consciente de cuáles son las propias. Me gusta especialmente esa frase donde dices "reconociendo a los iguales y reconociendo también a los que no lo son". El mundo demuestra que en ciertas cosas es justo...

    Esa maravillosa serie de fotos del genial Bill Ray...ese blanco y negro tan luminoso, tan poco blanco, tan poco negro...esas pieles hechas de grises, tan carnales, tan cómplices en los gestos...

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