jueves, 15 de septiembre de 2011

¿Podemos rearmanizarnos?

Tengo la extraña sensación (me encantan las extrañas sensaciones y detesto las sensaciones extrañas) de que se va a volver a llevar la ropa de Armani. A mí siempre me ha atraído más la idea de la sastrería inglesa que la de la alta costura francesa. La una se basa en la sobriedad masculina  y la otra en los fuegos de artificio femeninos. La una a penas cambia, la otra tiene la obligación de cambiar cada tres meses. La una es trabajo de artesanos y la otra es trabajo de genios (y de artesanos, of course). La historia de la moda es esencialmente la historia de la moda femenina, ningún diseñador de ropa de hombre ha cambiado el mundo (como lo hicieron Chanel o YSL, por ejemplo). Anyway, me acabo de comprar por dos pesetas un abrigo que me recuerda vagamente a un Armani, por el corte estrecho y largo y suavemente masculino, por el color, por la fluidez estructurada, por la tela, por la precisión, por la falta de charlatanería. (No os fijéis mucho en el estilismo de la foto, debajo llevaba el camisón, he hecho la foto a las 7 de la mañana antes de que se despertaran los niños...). Hace años que no entro en una tienda de Armani. Recuerdo que gasté mi primer sueldo en una chaqueta de pana marrón con coderas (¡ooooooh, las coderas!) de Emporio Armani. En aquella época Armani era dios. Pues bien, el otro día, pasé por la nueva Emporio Armani de Paseo de Gracia y tuve ganas de probarme todo lo que había en el escaparate, y pensé que sin haber cambiado demasiado el estilo, su ropa volvía a ser actual. Supongo que la coherencia es esto, mantenerse firmemente en lo que uno es y esperar a que los tiempos te atrapen.
Feliz jueves, queridos.

2 comentarios:

  1. armani...qué puedo decir de armani...que tengo una maravillosa camisa giorgio armani que adquirí en aquel gonzalo comella de paseo de gracia hace muchos muchos años, cuando sólo estaba la tienda armani diagonal cerca de francesc macià...una camisa con una caída que hacía de mí un maniquín dotado de movimiento. Cuando una prenda se adapta al cuerpo - y no al revés, que en los últimos años han pretendido que los cuerpos se adapten a la ropa, y yo lo siento, pero-no-tiene-que-ser-así - el movimiento es natural, el vuelo de la prenda se contagia de esa naturalidad y aparece, en algunos casos, la elegancia de aquellas-os que son elegantes, no por lo que visten, sino por lo que sale de dentro y se expresa en todo lo que hacen.

    y emporio armani, también en la diagonal-balmes me veía muy a menudo cuando llegaban las rebajas...la del bvd saint germain haciendo esquina con rue de rennes me ha visto pasar muchas veces...aunque para experiencias la que tuve cuando la última tienda Giorgio Armani - no Armani Collezione, no Emporio Armani, no Armani Jeans - de la diagonal - aribau anunciaba cierre y fui con una amiga a curiosear...Un templo...creo que me habría llevado media tienda...porque en mi caso los sentidos que se ponen en tensión son la vista...y el tacto. El tacto no engaña. Si una prenda me gusta cuando la veo resulta esencial que el tacto esté a la misma altura, y eso no ocurre siempre.

    Nobleza de materiales y confección, pequeñas obras maestras que se exhiben en los escaparates, en las estanterías - ver los jerseys, los chalecos, los pantalones, los polos ahí en las estanterías esperando el tacto me enloquece -...y que si la economía y las ganas acompañan (bueno, las ganas acompañan siempre, la economía según le dé), vestirse es, simplemente, un placer.

    ...porque los primeros ojos que nos ven, son los nuestros...y los tiempos, también.

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  2. Querido Gil:
    Yo también considero que el tacto es una parte esencial de la prenda, por eso no me gusta el lino, por ejemplo, tiene un tacto demasiado recio para mí.
    Besos.

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